lunes, 23 de diciembre de 2013

Escenografía: Pueblo japonés de pescadores en 28mm para Ronin



EL POBLADO DE PESCADORES JAPONESES

Para la elaboración de este conjunto de piezas de escenografía me he inspirado en varias secuencias de la película “Zatoichi y el hombre condenado”, sobre todo para la zona de la explanada en la que se reparan las redes de pesca y el almacén. Para el embarcadero me he fijado en una de las escenas de la película “La espada oculta”.
La idea es crear un entorno para las partidas de Ronin que se salga del típico barrio de casas cuadradas de techo de madera. El ambiente pesquero rural y la presencia de un pequeño muelle nos cuadrarán perfectamente para ambientar mejor la presencia en la mesa de juego de nuestros flamantes barcos.

El poblado estará compuesto por:

-Un almacén
-Una serie de piezas de atrezzo (como vallas, toneles, cestos, etc)
-Una pequeña casa de baños (con el interior accesible)
-Cinco cabañas de diversos tamaños y acabados en techos y paredes (dos de ellas con el interior accesible)
-Un pequeño cobertizo abierto
-Un embarcadero
-Una especie de explanada principal con suelo de piedra, rodeada de estructuras de soporte para reparar las redes de pesca
-Un Torii rural de madera

Los materiales y las técnicas serán los mismos que los utilizados en la construcción de los barcos, aunque añadiremos algunos productos comerciales para mejorar el aspecto final del poblado.
Así que pasemos directamente a los distintos elementos que componen esta pieza de escenografía:

EL ALMACÉN

Utilizamos una plancha de contrachapado, sobre la que dibujamos el plano del edificio. Pegamos 6 pilares de madera hechos con palillos chinos. La figura y el tonel nos dan una idea del tamaño.


Cuando estén bien secos los pilares, y cual si fuésemos granjeros Amish, levantamos una estructura de vigas usando palos de cerilla de barbacoa. Intentamos que esté todo lo mejor alineado posible, y colocamos listones de refuerzo en las esquinas.


El techo del almacén será a dos aguas, así que con más palos de cerilla levantamos estructuras triangulares y colocamos travesaños y vigas siguiendo el patrón típico de este tipo de techos.


En la secuencia original de la película de Zatoichi, este edificio se usa como cobertizo para mantener una barca de pesca a salvo de la lluvia (en mi caso es una barca de resina de Barrage Miniatures).


Para el techo usaremos dos planchas de cartón grueso, pegadas con cola blanca. Dejamos un pequeño canal de separación en la cúspide de las dos aguas para poder pegar luego unas vigas cuadradas de refuerzo.
Recubrimos todo el suelo con pintura texturizada, simulando una superficie de arena.


Sobre el cartón, usando el punzón, creamos una serie de surcos que simulen las tablillas de madera con las que estaban hechos este tipo de techos. Luego pegamos listoncitos de madera de cerilla, siguiendo un patrón de tres carriles por lado del techo, y pegamos encima pequeñas piedras de sepiolita. La idea es que el efecto no sea perfectamente rectilíneo, ni las piedras sigan un esquema o patrón repetido.
¡Y ya tenemos listo nuestro almacén!


LA CASA DE BAÑOS

Una de las escenas de la película de Kurosawa “Los 7 Samuráis” nos muestra a la hija del granjero Manzo, lavándose el pelo en una pequeña casa de baño. He tratado de replicarla para el juego, dejando el interior accesible a las miniaturas, aunque le he puesto un techo de madera en vez de paja porque no tenía ninguno de resina a mano de ese tamaño.
La estructura (como la de la mayoría de las casas japonesas) es tremendamente abierta, dejando pasar el aire y la luz por todas partes. La replicamos con palitos de cerillas, cortados a medida. La puesta es corredera, pero la dejaremos fija en posición abierta. Con cartón simulamos la parte cerrada inferior de las paredes.


La otra mitad de la casa tendrá paredes lisas, reforzadas con vigas, para dar algo de intimidad a las dos cubas/bañeras.


En el suelo de delante del ventanal ponemos una especie de entramado de maderas para que escurra el agua del lavadero, y hacemos lo mismo en la zona de las cubas.



Añadimos también una estantería para darle algo de vida a las paredes, pero sin sobrecargar porque las casas japonesas son muy sencillas en su decoración interior y porque además queremos dejar espacio para que las figuras se muevan (y luchen) sin problemas.


Para acompañar el mobiliario fabricamos un pequeño cubo con trocitos sobrantes de madera.


Un cazo (el típico con el que los japoneses se lavan antes de meterse en el agua) y un lavadero (hecho con madera y masilla epoxi) completan el conjunto.


Para el techo haremos la estructura que sostendrá las dos aguas con cerillas gordas de barbacoa.


La estructura es sencilla pero resistente, teniendo en cuenta que la vamos a tener que poder quitar y poner a menudo.


La recubrimos con láminas de cartón grueso, texturizado con el punzón para simular maderitas. Colocamos carriles de madera y piedras igual que hicimos con el almacén. Usamos la misma técnica para una de las cabañas pequeñas (que es un máster de resina descartado de Barrage Miniatures).


CASAS

Para el resto de casas del pueblo usaremos más o menos las mismas técnicas, pero vamos a intentar que no parezcan fruto de una inmobiliaria de Edo, así que le daremos un toque particular a cada una (aunque sea sólo en la disposición de los maderos de refuerzo, la posición de puerta y ventanas, o detalles como los barrotes).

La primera de ellas no será accesible al interior, así que hacemos directamente la estructura de las paredes con cartón pluma y pegamos encima maderitas para representar la estructura típica japonesa de refuerzo. Bajo el zócalo, pegamos planchas de cartón fino texturizado con el punzón. Todas las piezas de escenografía van montadas sobre placas de contrachapado fino, para compensar el grosor de las peanas de 25mm de las figuras (si tuviésemos un “Warmat” en condiciones y usásemos bases más pequeñas hechas con monedas de 2 céntimos, entonces las casas no necesitarían esta base extra y quedarían mejor sobre el tablero).


Colocamos un trozo de folio empapado en cola blanca a modo de cortina en la puerta, para que no se vea el interior (hacemos lo mismo en la ventana). Para acabar, ponemos un techo de paja de cuatro aguas de resina, (también de la marca Barrage Miniatures).


En el proyecto inicial de todo esto fabricamos un muro, que queda bastante aparente junto a las minis y la casa.


Esta otra casa tendrá todo el interior accesible, así que en vez de cartón pluma (demasiado ancho) usamos cartón normal texturizado por ambos lados. Los palillos redondos nos ayudarán a reproducir los barrotes típicos de muchas construcciones niponas.


Otro techo de resina (al que luego añadiremos una cumbrera de masilla más alta para distinguirlo mejor del otro) completan la segunda casa.


EL EMBARCADERO

La mejor manera de enlazar la temática del pueblo pesquero con nuestros barcos es añadir un pequeño embarcadero. Como decía al principio, me he basado en lo visto en algunas ilustraciones y en una de las primeras escenas de la película “La espada oculta”.
Recortamos una silueta curva en contrachapado fino, y dibujamos los elementos principales del muelle.


Tengo la suerte de vivir junto al Parque del Buen Retiro de Madrid, así que no tengo problemas en conseguir todo tipo de ramitas, que dependiendo del grosor pasan perfectamente por troncos en escala 28mm. Seleccionamos unas cuantas y las cortamos a medida, dejando algunas ‘desmochadas’ para darle un poco más de vida al conjunto (en escenografía de este tipo y época, siempre creo que queda mejor si se ven de vez en cuando imperfecciones y zonas asimétricas).


Con cerillas de barbacoa preparamos un entramado de vigas, que nos servirán luego para soportar el suelo.


Con palitos de helado anchos cortados a medida preparamos la tablazón que formará la parte vista del embarcadero.


Pegamos los pilares siguiendo el esquema anterior. Deben quedar lo más derechos posibles, pero tampoco pasa nada si alguno se tuerce un poco o no está a la distancia exacta del otro. Dejamos secar bien.


Dos de los pilares deben estar sumergidos en el agua, de modo que los montamos sobre dos círculos de acetato transparente para que entre eso y la cola blanca simule el efecto del palo entrando en el agua.


El truco para que el muelle quede realista es que el suelo de tablas esté nivelado, así que tenemos que buscar una manera de asegurarnos de que eso va a ser así. Para ello nos ayudamos de un tonel de plástico (de modelismo ferroviario a escala HO de una marca alemana que no recuerdo), como soporte para pegar la primera de las vigas horizontales. Cuando esté bien seco (y ya no se mueva), colocamos dos escuadras de refuerzo para asegurar el conjunto. Hacemos lo mismo en cada punto de apoyo de las vigas.


Para romper la simetría vamos a añadir una plataforma más alta que la otra, así que usamos la mitad del tonel como soporte para las vigas de esa zona. En la parte sumergida hay que tener en cuenta la altura que nos ‘falta’ por el contrachapado antes de colocar la viga, para que quede todo a la misma altura.


Ahora es el momento de colocar vigas largas que se apoyen perpendicularmente sobre las vigas que hemos colocado antes. Éstas serán las que formarán el “suelo” sobre el que pegaremos la tablazón del suelo. Estas vigas largas van a soportar toda la estructura (y las minis de plomo que subiremos encima) así que hay que añadir todos los refuerzos que consideremos oportunos, en ángulo si es el caso. Como podréis ver en la foto, no se trata de un trabajo de ingeniería. Consiste sólo en que cada viga esté apoyada firmemente sobre otra hasta transmitir el peso a los pilares y el propio suelo de contrachapado. Una rama gorda colocada en ángulo nos ayudará a que la parte sumergida (que no tiene punto de apoyo en el suelo) quede más firmemente asegurada.
Ya os digo que no hay planos para esto, simplemente nuestro buen juicio y gusto estético.


Aplicamos una generosa capa de pintura comercial texturizada (o sea, mezclada con arena fina) a toda la base, tratando de darle el aspecto de arena costera. Yo la extiendo con una espátula de madera, y luego la reparto al gusto con un pincel bien empapado.




Antes de empezar a pegar nada, hacemos una prueba colocando las planchas de madera en su sitio, para comprobar los ajustes y recortar las formas que permitirán que los pilares asomen un poco.


Una vez hecho, vamos pegando poco a poco los tablones, teniendo cuidado de no torcernos y mantener los lados que sobresalen medianamente paralelos. No tiene que quedar perfecto, pero tampoco es plan de hacer una chapuza.


Una vez acabada la plataforma principal, hacemos lo mismo con la plataforma secundaria (la de la derecha, que está más baja) y con la rampa de mercancías.


Un detalle curioso que he visto en las películas de época es que los japoneses ponían por todas partes cartelitos de tablas de madera, techados, con todo tipo de mensajes, del tipo “fulanito reta a cualquiera de este pueblo a un duelo”, o “bienvenido a la aldea tal de la prefectura cual”, o “las tarifas para el barco semanal a Hokkaido son las siguientes”, así que nuestro embarcadero tendrá también uno de estos carteles (ya veremos luego qué escribimos en el tablón).
Para hacerlo usaremos lo de siempre, maderitas y cartón texturizado con el punzón.


Tenemos que añadir también una escalera para acceder más cómodamente a la plataforma (que la rampa nos ha quedado bastante empinada). Con restos de otras piezas cortamos los laterales los soportes de los peldaños y los escalones.


¡Y este es el aspecto del embarcadero una vez terminado!



EL COBERTIZO

Fenrir-Oton (mi compañero de proyecto en el Club Dragón) y yo hemos llegado a la conclusión de que las piezas de escenografía son más jugables cuanto más abiertas quedan, de modo que vamos a incluir un pequeño cobertizo sin paredes.
Como siempre empezamos con una plancha de contrachapado (en mi caso es material reciclado de un proyecto para hacer bases de bosques para un tablero en 3D de BattleTech, ¡proyecto inacabado desde 1995!)
Nos inventamos una disposición vistosa de vigas ‘talladas’ y troncos más bastos, con tocones y zonas de acceso. Pegamos con cola blanca y esperamos a que seque bien.


Añadimos otro de los techos de resina disponibles, pero sólo un lado, para dar el aspecto de cobertizo rústico.


Cerramos un poco la estructura, asegurándonos de que el conjunto es lo más resistente posible (a pesar de no tener paredes). Por debajo del techo de resina hemos pegado vigas hechas con cerillas, pues esa zona se ve mucho y quedaría mal si la dejamos plana (además así tenemos mejores puntos de apoyo para las columnas).


LA EXPLANADA DE LAS REDES

La escena de combate final de la película “Zatoichi y el hombre condenado” transcurre en una aldea de pescadores como la nuestra. En una de las secuencias los tropecientos yakuzas que quieren acabar con nuestro héroe tratan de llevarle hasta una trampa, en una explanada empedrada en la que se reparan las redes de los pescadores y en la que le esperan 5 despiadados ronin...

He pensado que una pieza de escenografía así no sería muy difícil de replicar y le daría el toque final a nuestra aldea.
Usamos una placa cuadrada de contrachapado, a la que uniremos dos “alas” con los bordes ondulados. Lo hacemos en tres piezas para facilitar el transporte (y porque así podremos usar la explanada empedrada para otras cosas, sin las redes). Pegamos directamente losas de cartón de grosores diferentes (para simular que algunas están más hundidas que otras) siguiendo un patrón caótico (caótico/malvado, por supuesto). En las zonas laterales levantamos dos estructuras con forma de portería de campo de rugby, procurando utilizar palos y vigas de diverso tipo, con vigas de refuerzo.


Aplicamos una buena capa de pintura texturizada, con lo que conseguiremos integrar las losas de cartón con la arena del suelo.


Al aplicar la pintura tan húmeda, lo más normal es que el cartón acabe por levantarse en algunos lados, así que lo taparemos luego con más arena.


EL TORII RURAL

Un elemento característico de cualquier conjunto de escenografía japonesa que se precie es un Torii, esa especie de portal/pequeño arco del triunfo que aparece por todas partes, y que marca la entrada a un recinto sagrado sintoísta (y en algunos casos también budista).
Aunque no tengo templo aún, el Torii quedará bien en la entrada de nuestro pueblo.
No me gusta ni uno sólo de los Torii que venden, así que lo mejor es que nos hagamos uno nosotros mismos.
Buscamos en Google imágenes para inspirarnos, y para identificar las piezas mínimas que tiene que llevar.
Seleccionamos tres ramas con la forma y el tamaño apropiados.


Ahora, (sirviéndonos de un Torii antiguo de papel que hicimos como prueba antes de decidirnos por emprender este proyecto) cortamos la forma definitiva, pineamos con clavos cada elemento, y añadimos dos pequeñas peanas de contrachapado grueso y un tablón. Vamos a necesitar varias herramientas para conseguir que todo cuadre en su sitio.


Lo más complicado de hacer es la viga horizontal que pasa a través de los dos pilares. Como son ramas macizas, tenemos dos opciones. O cortamos en tres piezas y las pegamos simulando que las atraviesa, o hacemos que realmente las atraviese (como ocurre en los Torii de verdad).
No hemos construido desde cero dos enormes barcos como para echarnos atrás con algo así, de modo que marcamos con lápiz la posición exacta en la que la viga tiene que entrar en cada pilar y hacemos tres pequeños taladros con el mini-taladro de mano. Hay que procurar que la broca entre derechita en su lugar, y que no se nos tuerza. Con ayuda de la cuchilla unimos los tres taladros, y con ayuda de la lima de relojero (o de cola de ratón, que también se llaman así) rebajamos el perfil hasta que tenga el tamaño y forma adecuados. Repetimos en el otro pilar.

 
Ya sea por deseo del Dios Hachimán, por casualidad, o por un derroche de habilidad (elegir cualquiera de las tres opciones) la viga entra perfectamente por sus orificios de los pilares y queda aceptablemente paralela con el suelo, con el dintel y con el mundo en general.


ATREZO

Para completar el pueblo, añadiremos algunos toques de atrezo, como cestos hechos con masilla, vallas hechas con ramitas y un par de barcas de resina.




Y ya no tengo más fotos del proceso, así que os pongo el resultado final de todo el conjunto (aún sin pintar) para que veáis los distintos materiales y acabados.












Tantas piezas de escenografía no caben en casa, de modo que en cuanto estén pintaditas acabarán en mi taquilla del Club. Eso sí, bien organizaditas y protegidas en estas dos cajas de almacenamiento de los chinos (qué paradoja).


Espero que el aspecto general del pueblo os haya gustado. La idea es completarlo con todo el material ‘genérico’ (árboles, caminos, colinas, etc) que hay en el Club.

Un saludo, y ¡Felices Fiestas a todos!

Rinahe